Texto extraido de la memoria del proyecto en el que colaboramos con el arquitecto Angel sevillano Martín
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Playa vertical
Nos gusta pasear por esos vacíos llenos de vida que son las playas urbanas del Cantábrico.
El Sardinero, la Concha, Poniente o Riazor, se convierten durante el día en hervideros de actividad. Son auténticos espacios públicos, utilizados de forma muy intensa por el ciudadano cansado de la ciudad, que despliega todo tipo de actividades físicas y sociales, en contacto directo con la naturaleza.
Nos preguntamos si estos valores se podrían trasladar a la intervención que pretende completar la Universidad Menéndez Pelayo. El campus ideal, que hemos importado de las islas británicas, no es sino una especie de playa verde donde los estudiantes se expanden después de su actividad docente.
